
Sostuvo la cerilla con una mano, maravillada. El fuego era como su magia, brillante, cálida y atemporal.
En 1827 se convirtió en bruja. Casi 200 años después, todavía hacía magia; el poder habitaba en su corazón.
Miró el reloj y dejó la tetera en la mesita; las chicas del club de magia llegarían enseguida.
Cogió su sombrero y añadió la etiqueta con el nombre de la nueva aprendiz.
Abrió la puerta, sonriente. Las brujas entraron rodeándola.
La chica vio su nombre en aquella rama y gritó, eufórica.
—Enciéndela —Invitó Margot.
Elisa cerró los ojos. La cerilla se encendió.
Este relato ha sido escrito para participar en el escribir jugando de febrero, propuesto por Lidia Castro. Cuenta con 98 palabras sin el título.
Elementos a utilizar en el desafío:
- Imagen tras una carta donde se ve una mujer mayor con un sombrero en la cabeza que tiene etiquetas en sus ramas y una tetera en la mesita que se ve al lado
- Una foto de una cerilla con su fecha de invención: 1827
Imagen del dado en el que hay una mano
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