
Michelle corrió con todas sus fuerzas , espada en mano , en dirección al intruso que sostenía por la pechera a su padre. Debía detenerlo antes de que bebiese la última gota de sangre. El horror se apoderó de ella en el instante que oyó el ruido de huesos al romperse y la llama en las pupilas del hombre más importante de su vida se extinguió. El vampiro lo soltó de improviso. El cascarón que otrora fuera el gallardo cuerpo del empresario más próspero de la ciudad chocó contra el suelo rocoso y se volvió añicos. La joven gritó como una fiera herida. El agudo sonido captó la atención del asesino.
—Esto no es una partida de rol, niñata estúpida —dijo antes de llevarse un pañuelo a las comisuras y limpiarse—. ¿El irresponsable de tu progenitor no te explicó las reglas?
—Lo hizo, messie Valentín. —Michelle apuntó la Angelical hacia el pectoral izquierdo del vampiro.
—Entonces eres más lerda de lo que imaginé, si crees que ese juguete —señaló la espada con el índice— puede servirte de algo.
—No lo creo, messie, estoy segura.
El intruso entornó los párpados. La ira que dominaba a la pequeña heredera del emporio Saint-Germain se convirtió en un bofetón de energía nada despreciable. ¿Podría haber heredado algo más que los bienes materiales de la familia? No perdería tiempo en averiguarlo. Saltó hacia adelante con los dedos convertidos en garras y los colmillos preparados; le arrancaría el corazón después de destrozarle la garganta.
Michelle giró sobre su eje. La pirueta sorprendió tanto a Valentín que bajó la guardia. Una simple humana no podía moverse con tanta rapidez o, ¿sí? Ella aprovechó el desconcierto para adelantarse lo suficiente y asestar la estocada mortal.
El vampiro cayó de rodillas. La joven aferró la empuñadura. Empujó con fuerza y con un quiebre de muñeca a derecha e izquierda deslizó la hoja hasta que la espada dejó de ofrecer la resistencia inicial. Valentín parpadeó con la incredulidad dibujada en el rostro. Michelle extrajo la Angelical y antes de que el intruso abriese la boca, la dirigió al cuello expuesto. Se aseguró de imprimir toda la fuerza en la estocada. La sangre le salpicó el rostro y los brazos. La resistencia era mucho mayor de lo que había imaginado. Aunque su profesor de esgrima se lo hubiese advertido, comprobarlo era una experiencia muy diferente.
Valentín manoteó con insistencia. Ella reculó hasta quedar fuera de su alcance. Escuchar los chillidos y el gorgoteo del vampiro le aceleró el pulso. Sin embargo, se mantuvo impasible tal como le había enseñado su padre. «Es una vulnerabilidad imperdonable exponer tus emociones delante de tu adversario, querida. No es honorable». Le había dicho después de haber perdido un asalto con su primo Pier. La vergüenza en el rostro de su padre se le había grabado a fuego en la memoria. Ese día aprendió a esconderse detrás de una gruesa coraza. La lección había sido dura, pero muy útil.
El vampiro cerró los ojos. Atenta a sus movimientos y gestos se aproximó para retirar la espada. Pensar en la tarea que tendría que acometer le provocó una repulsión insospechada. Después de todo, no sintió el miedo que la había paralizado tantas veces al tratar de visualizar un enfrentamiento con un final parecido; tampoco había en ella tristeza ni compasión. Era como si su corazón se hubiese reprogramado y ya no fuese capaz de experimentar ciertas emociones.
Necesitó varios tajos para separar la cabeza del cuerpo. Pese al hormigueo desagradable que le impulsaba la bilis desde el estómago hasta la garganta, no cesó en el empeño. Su padre le había repetido miles de veces lo importante de la tarea: «Si quieres la certeza de que eliminaste a un vampiro de forma definitiva, destrózale el corazón y córtale la cabeza, Michelle».
Delante de sus ojos, los restos se marchitaban a velocidad sorprendente. Era consciente del poder de la Angelical; solo que desconocía que los efectos fuesen tan inmediatos. El descubrimiento provocó una cascada de inquietudes. ¿Cuánta información le habría ocultado su padre? ¿qué sería ahora de ella? De súbito la atmósfera a su alrededor cambió. El corazón le martilló dentro del pecho a ritmo frenético. La energía que se acumulaba sobre los trozos descarnados se revolvía con inquietud. La respiración se le aceleró; su padre había olvidado informarla de algo fundamental: lo que podía ocurrirle a los de su especie al asesinar a un vampiro tan antiguo como Valentín. Al final tendría que aceptar que el maldito chupasangre llevaba razón al decir que su padre era un irresponsable.
Michelle quiso correr; la energía vampírica la envolvió inmovilizándola. La inmortalidad se apropió de cada una de sus células. Las diferentes habilidades acumuladas durante siglos se fundieron con su alma. Un dolor insoportable la atravesó de lado a lado. Respirar era una agonía. Pensar requería tanto esfuerzo que se obligó a mantener la mente en blanco. No obstante, imágenes de su vida y de muchísimas otras, destellaron dentro de su cabeza en una secuencia incomprensible. Apoyó una de las rodillas; era incapaz de sostenerse erguida. El voraz incendio que la recorrió como si fuese un río de lava ardiente, la consumió por dentro y por fuera. Cayó desmadejada, por fin, engullida por la oscuridad
🗡
Tres días transcurrieron desde la nefasta noche en la que la vida de Michelle cambió. Había permanecido inconsciente ajena a las consecuencias que había ocasionado la desaparición de Valentín en el submundo sobrenatural. Volver a la rutina habitual fue casi tan difícil como brindar una explicación plausible a la inesperada ausencia de su padre. Sólo Gerard conocía parte de la verdad de lo ocurrido. Solo Gerard entendía y apoyaba las decisiones empresariales que Michelle había tomado. Solo un secreto lo separaba de la cruda realidad y así debía seguir siendo, sobre todo si lograba ejecutar sus planes… jamás arrastraría su alma noble al infierno que pretendía desatar.
Gerard entró sin tocar a la puerta. Michelle se acababa de colocar las lentillas que ocultaban el verdadero color de sus iris.
—¿Estás lista? —Ella asintió con la cabeza mientras reforzaba el hechizo que mantenía ocultas sus recién adquiridas alas.
El antiguo asesor de su padre dio un vistazo a la habitación. El destello de la hoja llamó su atención. La Angelical de Michelle descansaba sobre el edredón. El hombre se acercó. Cierta nostalgia le oprimió el corazón al detallar las arqueadas alas de ángel que formaban la cruz desde el extremo de la empuñadura y que se rizaban hacia arriba en dirección a la hoja. La cogió por el puño. El agarre natural gracias a La estructura curva de plata envuelta por el junquillo de cáñamo recubierto en cuero le produjo un cosquilleo desagradable. Se apresuró a envainar la hoja de doble filo. El sonido del metal contra el interior de la funda le puso la piel de gallina. Se la dio a Michelle con rapidez. Él nunca estuvo de acuerdo con darle esa reliquia; era demasiada responsabilidad para una jovencita por mucho que pareciera una espada inofensiva. Pese a sus argumentos, Jean-Claude había impuesto su voluntad a saber bien el porqué. Aunque pensándolo bien, de no ser por la reliquia quien sabe lo que habría hecho ese bastardo con Michelle.
—No le gusta que otros la toquen —dijo en voz baja mientras se ajustaba la correa de la funda cruzada entre los pechos.
—Ni falta hace que me lo aclares —replicó—. Vamos, es mejor que no te retrases. El nuevo conseil es mucho más demandante e implacable ahora que lo encabeza ese advenedizo recién llegado de Eterna.
Michelle siguió a Gerard en silencio. «Veremos cuánto le dura la actitud a ese maldito conseil y sus integrantes. ¿Creen que me intimidarán por convocar un conciliábulo a mis espaldas? No se imaginan lo que les aguarda. Ni por asomo seré tan benevolente como mi padre ni tan confiada como el antiguo regente. No cometeré el mismo error que Valentín», pensó mientras planificaba su meticulosa venganza.
Este relato fue escrito para el taller Escritorzuelos que dicta Daniel Hermosel Murcia, @danielturambar a través de su canal. En esta oportunidad había que seguir una de las veinte tramas narrativas de Ronald Tobías. He escogido la transformación, aunque también puede calzar en la metamorfosis. Tras el análisis en directo en el canal podéis leer el resultado. Lo he publicado aparte y con un título distinto, ya que la edición lo requería, al menos a mi juicio.
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