
Aunque sabía que estaría condenada al terminar, no me importó.
Pecado o no, le detendría antes de que mancillase a otro inocente.
Esperé el instante preciso y me lancé a la caza.
El aroma cobrizo de la sangre derramada fue suficiente recompensa para mí.
Un inocente a salvo, un violador menos.
Esta breve historia fue escrita para participar en el reto 5 líneas enero propuesto por Adella Brac
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