Pesadilla en Oz. Retelling de El mago de Oz

Tiempo de lectura estimado: 3 minutos
Mago oscuro que sostiene una bola de cristal en la mano de la cual emergen rayos
Imagen libre de derechos tomada de pxfuel

Dedicatoria

A ti… que me lees en silencio. Gracias eternas.


Alzó sus manos en dirección al cielo; en su mente el deseo dio paso a la obsesión. Las llamas crepitaron en una danza salvaje.


Dorothy respira hondo para recuperar el resuello. El huracán se había detenido con la misma rapidez con la que se había formado. Mira a su alrededor y siente un vacío en el estómago. No sabe dónde está.


Salmodió en voz queda. El idioma más antiguo del mundo brotó de sus labios y se sintió invencible. La magia comenzó a fluir a través de sus dedos hacia su bola de cristal.


Los ojos se le llenan de lágrimas; el miedo se anida en su mente y rompe a temblar. Totó comienza a ladrar; ella se gira con rapidez. Echa a correr despavorida en cuanto ve aquel espantapájaros al que le falta parte de la cabeza lanzarse a por ella. Mientras corría se lo imagina dándole un buen mordisco en la frente.


Experimentó un instante de éxtasis. Entrecerró los ojos; el corazón le martilleó en el pecho producto de la anticipación.


Logra esconderse tras un matorral. El espantapájaros pasa de largo y choca contra una figura de hojalata de mirada feroz y dientes puntiagudos con un gran hueco sangrante del lado izquierdo del pecho.


Por fin pudo verla. Invocó al viento.


Ahoga un chillido. Los dos monstruos se enzarzan en una pelea a puños y dentelladas. Piensa en correr; el rugido de una fiera la detiene. Solloza; se siente perdida. Recuerda a sus tíos y un nudo se le forma en la garganta. Totó se esconde tras ella. La niña se queda petrificada al ver aquel inmenso león saltar sobre el hombre de hojalata que termina aplastado por su peso. Luego, como si estuviese acostumbrado, destroza al espantapájaros con sus zarpas.


la quería a su lado a como diese lugar.


Dorothy se sorbe los mocos. Cree que puede escapar mientras la fiera está distraída; es inútil. Una carcajada siniestra retumba en todos lados; su eco se impone a los latidos de su corazón. Se le eriza la piel. El león se vuelve y clava sus ojos dorados en ella. Totó vuelve a ladrar; la bestia aplasta al perro entre sus fauces. La chiquilla grita, aterrorizada.


—Ven a mí, querida Dottie. —El rostro de un anciano se forma entre las nubes y capta la mirada de la niña—. Entrégate a mí y te salvaré de las fauces de la bestia.


Aquella pequeña bruja tenía que pertenecerle.


Mira a uno y a otro, indecisa. Se pellizca el labio inferior entre los dientes; el sabor salado de su sangre le revuelve el estómago. Piensa que no volverá a comer golosinas a escondidas ni leerá cuentos de miedo antes de dormir. Percibe el olor de su orina y se estremece al sentir el líquido cálido mojarle las piernas y los calcetines. Sin sus tíos y sin Totó está más sola que nunca. Cree que ya no tiene nada más que perder; elige y, sólo entonces, la oscuridad la engulle.


Agradecimientos

  1. A Daniel Hermosel (@danielturambar) por sus talleres de escritura en Twitch

Tras la edición y corrección el retelling ha cambiado de título y ahora cuenta con 498 palabras.


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