
Sintió aquel aroma que le resultaba tan familiar. Echó a andar entre la gente. La llamarada rebelde de una melena indómita le atrajo tal como el primer día que la tuvo entre sus brazos.
Aceleró el paso. Su risa cantarina reverberó alzándose entre las miles de voces que iban y venían sin brújula ni destino.
La perdió y su corazón dio un vuelco, desesperado. ¿cuántos eones más para poder tenerle de nuevo a su lado? Negó con la cabeza, debía encontrarla. Eran ya muchas vidas esperando por ella.
Un roce, su aroma, su risa. Se giró con el corazón galopante y la esperanza viva y palpitante.
Sus ojos se encontraron. Sorpresa, incredulidad, anhelo. Ambos corazones salieron al encuentro de un abrazo que los uniese en esta vida y en las siguientes.
Un beso tan elocuente como urgente. La pasión burbujeante, el deseo floreciente. El amor consciente de habitar en aquel par de almas trascendentes.
Texto inspirado en la canción Hilos Rojos de Brock Ansiolítiko.