Lecciones de vida y magia

Tiempo de lectura estimado: 6 minutos
Un niño que lee. En su rostro se plasma la sorpresa. El libro que está leyendo parece desprender magia.
Imagen libre de derechos tomada de pxfuel

Se cruzó de brazos, enfurruñada. Resopló y el mechón que le caía sobre la frente, y le cosquilleaba en el ojo se levantó para luego volver a caer en su sitio. Enarcó una ceja y entornó los ojos.

A su lado, la chica nueva sonreía de oreja a oreja mientras cientos de plumas de colores danzaban en el aire al responder a cada una de sus indicaciones.

Le lanzó una mirada de pocos amigos y se acercó en dos zancadas.

La chica la miró y los hoyuelos que se le formaban en las mejillas se profundizaron.

Eloísa dio un manotazo. Las plumas cayeron en el suelo. La joven alzó las cejas y ladeó la cabeza. Tras algunos segundos de contemplación silenciosa se acuclilló para recoger sus plumas y volver a iniciar el hechizo.

Ofuscada por su propia frustración, la joven bruja volvió a manotear. El hechizo se rompió y las plumas volvieron a caer. La joven se llevó un mechón de pelo detrás de la oreja y repitió la operación.

Las plumas ahora no sólo danzaban; también cambiaban de color. La chica sonrió, satisfecha.

Eloísa gruñó, exasperada. Por tercera vez alzó la mano; sólo que esta vez chamuscó las plumas con una sola llamarada.

Plagada de sí misma se quedó observando a la novata. La jovencita se inclinó, murmuró algo en voz muy baja y cientos de plumas volvieron a surgir de las cenizas; esta vez con colores mucho más brillantes. la risa de la joven no se hizo esperar.

La bruja le dio un empujón.

—¿No sabes rendirte? —La chica ladeó la cabeza y sus rizos coquetos rebotaron con gracilidad.

—¿Por qué tendría que hacerlo? Que tú no disfrutes no significa que yo no deba disfrutar.

Eloísa se volvió a cruzar de brazos.

—¿Quién te dijo a ti que yo no disfruto? No me conoces para decirme eso.

—No necesito conocerte, basta con verte la cara. Parece que hacer magia te diera dolor de tripa.

—Y a ti parece que te estuvieran haciendo cosquillas todo el tiempo. Te la pasas con esa sonrisa bobalicona como si la magia fuese un entretenimiento.

Mariana se le quedó mirando sin parpadear. De pronto, sin venir a cuento, asintió con la cabeza. Era como si estuviese teniendo un diálogo interno con dos partes de sí misma.

—Así que ese es tu problema —murmuró mientras se sentaba en el suelo con las piernas cruzadas.

—Yo no tengo ningún problema, no sé de qué hablas. —replicó y apretó los puños—. ¿Qué haces, estás loca?

—¿Por qué?

—No puedes sentarte ahí.

—¿Por qué no? Es muy agradable sentarse en la hierba con las flores, es cómodo. —La chica golpeó el césped a su lado invitándola a sentarse.

—Haz el favor de levantarte, pareces una loca.

Mariana se tumbó y se llevó las manos a la cabeza a modo de almohada.

La bruja la veía con los ojos chispeantes de indignación.

—Mejor loca que amargada. ¿Sabías que para la gente como tú la esperanza de vida se reduce a la mitad?

Eloísa chilló y se inclinó para cogerla del pelo. La chica se desvaneció en sus narices y apareció a sus espaldas para darle un cachete en el trasero. La bruja se irguió, furiosa. Al volverse para enfrentarla todas las plumas se lanzaron en su dirección.

—¿Qué haces? ¡Para! —Las plumas se frotaban contra ella por todas partes—. ¡Para! ¡Auxilio… auxil…!

La chica sonreía de oreja a oreja mientras Eloísa yacía despatarrada en el suelo luchando contra las plumas y el ataque de risa que pugnaba por escapársele de la garganta.

—¿Venga, tía, ríndete!

Los ojos de la bruja brillaron con intensidad; segundos después, se carcajeaba tanto que las lágrimas fluían en libertad mojándole las sienes y las mejillas.

Mariana se sacudió una palma contra la otra y se dejó caer en el césped. Detuvo el ataque plumífero y le tendió una mano para ayudarla a incorporarse. Eloísa tosía en medio de las risas. Se asió con fuerza y se sentó con las piernas cruzadas.

—Ahora te toca. —La joven señaló el montón de plumas.

—Nunca he podido con el elemento aire, es inútil.

—Tú hazme caso, inténtalo mientras recuerdas la sensación de las cosquillas.

Eloísa inspiró hondo y cerró los párpados. Recordó la sensación de disfrute; la diversión en la mirada de la otra bruja y visualizó las plumas flotando. Las risas y las palmas la invitaron a abrir los ojos. Se quedó con la boca abierta. Frente a sí, las plumas flotaban y giraban en todas direcciones. Dejó la mirada fija en la bruja más joven. De pronto cayó en cuenta de que no era tan joven como ella creía. Alrededor de los ojos tenía muchas líneas de expresión al igual que en torno a la boca. Los hoyuelos se le volvieron a acentuar.

—En la vida, como en la magia, las cosas no son estáticas. Tener responsabilidades no implica alejarse del disfrute y disfrutar no es sinónimo de irresponsabilidad. —La bruja risueña se levantó con gracilidad y se sacudió la falda—. No siempre podemos controlar lo que nos rodea; sin embargo, lo que sí está en nuestras manos es la actitud con la que enfrentamos las situaciones de la vida o de la magia.

—La vida no siempre es risas… y la magia tampoco.

—Claro que no —replicó Mariana—. Por eso es importante saber reír y hacerlo todo lo que podamos. Nadie dice que tengas el deber de mostrarte feliz delante de todos; pero si te permites ser feliz desde lo más profundo de tu ser, nunca te faltará una sonrisa cálida en los momentos más difíciles. Los logros son importantes, Eloísa, pero disfrutar de la senda que atravesamos, de los pequeños momentos también lo es.

Eloísa guardó silencio mientras reflexionaba respecto de todo aquello. Quizá la chica tuviese razón y muchas veces se le hacía más cuesta arriba avanzar con la magia por estar más pendiente de graduarse de bruja que de disfrutar de lo que aprendía.

—Puede que tengas razón.

Mariana le guiñó un ojo.

—Puede que sí. —Eloísa se fijó en la dirección que tomaba la mirada de la bruja—. ¿Qué te parece si probamos mi teoría con aquel par?

La joven se había fijado en una pareja de brujos que permanecían enfrentados con actitud beligerante mientras el montón de plumas seguía aplastado contra el suelo. Los chicos manoteaban con vehemencia; era evidente que discutían.

Eloísa sonrió de oreja a oreja al ver los hoyuelos y esa mirada pícara en su compañera de travesura.

—Venga, pero deja que me encargue yo del moreno, quédate tú con el pelirrojo.

—Vale, la que provoque más carcajadas, gana.

Mariana chocó palmas con Eloísa y ambas se lanzaron al ataque.


El pequeño abrió mucho los ojos, se lamió el dedo y pasó a la siguiente página.


Este relato fue escrito para participar en el va de reto de octubre propuesto por Jose A. Sánchez. La condición era escribir un relato que hablara sobre la Jovialidad.

Comentarios

3 respuestas a «Lecciones de vida y magia»

  1. Avatar de JascNet

    Eres increíble, Lehna.
    Has unido la fantasía, la condición del reto, una preciosa, espléndida moraleja…
    ¡Que divertido e instructivo es leerte!

    Este párrafo: «Por eso es importante saber reír y hacerlo todo lo que podamos. Nadie dice que tengas el deber de mostrarte feliz delante de todos; pero si te permites ser feliz desde lo más profundo de tu ser, nunca te faltará una sonrisa cálida en los momentos más difíciles. Los logros son importantes, Eloísa, pero disfrutar de la senda que atravesamos, de los pequeños momentos también lo es.» es brutal. Nunca más que ahora es de obligado cumplimiento. Como dijo alguien, al mal tiempo buena cara y si los días se te hacen cuesta arriba, dale la vuelta a la hoja.

    Me ha encantado tu relato, Felicidades.
    Muchísimas gracias por tu continua participación en el VadeReto.
    😘😘😘😘

    1. Avatar de Lehna Valduciel

      Muchas gracias por tus palabras, querido Jose. Ha sido un placer participar. Me hace muy feliz si te gustó. Un abrazo muy fuerte. 😍😘

    2. Avatar de Lehna Valduciel

      Muchísimas gracias por tus palabras, Jose. Para mí ha sido un placer participar.
      Me hace muy feliz que te gustara el relato. Un abrazo súper fuerte. Y a sonreír todo lo que podamos.🤗😍😘

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